lunes, 25 de mayo de 2009

Redes sociales o cómo liberar a la "portera" que llevamos dentro.


Lo primero de todo es que espero que nadie se haya sentido ofendido por el título, no pretendo eso ni mucho menos.

Las redes sociales son un fenómeno en auge y muy de moda en todo el mundo. Hasta hace pocos años nuestras redes sociales eran más o menos "inconscientes". Me explico. Todos nosotros nos relacionamos con gente a diario. A algunos los conocemos, a otros no, pero siempre nos relacionamos por satisfacer necesidades. Todos nosotros acudimos a zonas donde se reúne gente para realizar alguna actividad del tipo que sea. Acudimos a centros comerciales, a conciertos, partidos, bares, bibliotecas... (Iba a decir museos, pero podría sonar un poco a broma). Gracias a internet ahora podemos acceder a toda esa estructura de relaciones en el momento que queramos, sin necesidad de movernos del sitio. Eso es una red social.


Todos hemos oído hablar de Tuenti, Facebook, MySpace y, en menor medida, de Twitter, LinkedIn, Xing, Hi5, etc...


¿Cuántas veces nos hemos acordado de algún amigo del cole de cuando éramos pequeños con la mítica pregunta de "Qué habrá sido de fulano?". ¿Cuántas veces hemos pensado en ese amigo nuestro que se ha ido al extranjero "a estudiar", pensando en lo que estará viviendo y sobre todo, con quién? No hay problema! Tuenti, Facebook... la que sea, nos permite marujearle su perfil y saber de su vida tan pronto actualice su perfil. Eso sí, antes le habremos pedido permiso de forma encubierta "enviándole una petición de amigo".


Aquí surge la novedad en cuanto a la forma de relación: la voluntariedad de pertenecer o no a determinadas redes. Los usuarios de la red deciden asociarse con determinada gente o a distintos tipos de redes de forma consciente y voluntaria, ya que otra de las ventajas que proporciona una red social es la de poder entrar a formar parte de un grupo sobre algo concreto. Uno puede pertenecer a una red formada por quienes escuchan la radio a través de Internet, como vimos en clase en su día, pero esta pertenencia no es intencionada, ya que entras a formar parte de esa red en el momento en que sintonizas la emisora quieras o no. Ahora, con el auge de las redes sociales, te incluyes de forma voluntaria en ese grupo de personas a las que les gusta escuchar la radio por internet.


Todo comenzó con la web Classmates.com, que pretendía poner en contacto a antiguos compañeros de clase a través de internet. Algo así como la asociación de antiguos alumnos de tu cole, pero a lo bestia y a través de internet. Sin necesidad de asistir a las comidas-cenas-copas anuales podías estar al tanto de todo lo que acontece en la vida de tus antiguos compis del cole. Ver sus fotos, aficiones, intereses y demás.


Hoy existen diversos tipos de red social. Las sigue habiendo para recuperar el contacto con antiguos compañeros, las hay para mantener el contacto con compañeros y amigos actuales, las hay para buscar pareja e, incluso, las hay para relacionarse laboralmente y compartir experiencias del trabajo o encontrar un empleo, como LinkedIn o Xing. De estas últimas me enteré hace relativamente poco y me parece una aplicación bastante útil, más si cabe que las ya conocidas hasta entonces.


Pero no todo iba a ser tan bonito. Una red social puede convertirse en un arma de doble filo. Para entrar a formar parte de cualquiera de ellas, se debe rellenar una serie de formularios con datos personales. Una vez dentro comienzas a subir fotos, comentar tus aficiones, etc. Toda esta información pasa a ser pública hasta el punto que tú decidas, pero siempre quedará registrada en una base de datos. Y una base de datos con tanta información relevante de tanta gente es muy golosa para muchas empresas dispuestas a pagar burradas con tal de obtener dicha información. Las redes sociales son un elemento revolucionario y pueden ser tremendamente útiles de cara al mundo de la publicidad y las ventas.

También se corre el peligro de que alguien no deseado con cierta habilidad en esto de las relaciones a través de internet llegue a ver esa foto en la que, estando de fiesta temprano por la mañana, te dio por hacer el indio y justo había algún amigo dispuesto a hacerte una "foto Tuenti". Ese alguien no deseado podría ser una persona del departamento de recursos humanos de la empresa a la que pretendes entrar a trabajar y ese amigo tuyo, cámara en ristre, acaba de dejar de serlo.

Otros problemas, no mucho pero sí algo menores, son los derivados de la habilidad que se tenga contando historias de por qué no pudiste estar en tal sitio por enfermedad, exámen, etc, que acabaron desmontadas por una falta de memoria y una necesidad imperiosa de subir fotos con tal de tener el perfil actualizado.


Como siempre la utilidad de las herramientas que pone a nuestra disposición Internet dependerá del uso que se haga de ellas.

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